Colaboraciones

Publicado el 22 septiembre 2021 | por Jordi Cerdà

¡NO TENGÁIS MIEDO DE SER LOS SANTOS DEL NUEVO MILENIO!

(Juan Pablo II, junio 1990 a los jóvenes de todo el mundo con motivo de la XV Jornada mundial de la Juventud)

Los jóvenes Carlos Navarro y Germán Gozalvo siendo jovenes no dudaron en dar testimonio de su fe; no tuvieron miedo.

El día de su beatificación en Roma el papa Juan Pablo II recordaba:

“…custodiar la memoria de los mártires. Su testimonio no debe ser olvidado. Ellos son la prueba más elocuente de la verdad de la fe, que sabe dar un rostro humano incluso a la muerte más violenta y manifiesta su belleza aun en medio de atroces padecimientos. Es preciso que las Iglesias particulares hagan todo lo posible por no perder el recuerdo de quienes han sufrido el martirio…”

Precisamente esto es lo que recordamos este 22 de septiembre.

Carlos Navarro nace en Torrent, el 11 de febrero de 1911. Ingresó en el seminario de Valencia, pero en 1927 pasó al postulantado de la Orden de las Escuelas Pías. Recibió la ordenación sacerdotal el 4 de agosto de 1935. Fue destinado al colegio de su Orden en Albacete. Llegada la guerra el 18 de julio de 1936, se escondieron los religiosos, pero el día 25 de julio salieron para sus casas y así el P. Navarro volvió a Torrent con su familia. Al conocer los saqueos e incendios de las iglesias, se preparó al martirio. A comienzos de septiembre fue arrestado y llevado a la cárcel donde halló a otros sacerdotes. A las 2 de la madrugada del 22 de septiembre lo sacaron, le ataron las manos, le amordazaron y fue sacado en coche hacia el pueblo de Montserrat con otros dos sacerdotes. Éstos se animaban entre sí y perdonaron a los verdugos.

Germán Gozalvo nace en Torrent el 30 de agosto de 1913. A los once años ingresa en el colegio de Vocaciones de Valencia. En 1930 ingresóen el colegio del Corpus Christi. Fue ordenado presbítero el 14 de julio de 1936. Al prohibir el culto el señor cura le encargó administrar los sacramentos a los enfermos. Así lo hizo hasta el 29 de agosto que se presentaron en su casa para detenerlo. Pocos días después pasó a la cárcel donde permaneció hasta la noche del 21 al 22 de septiembre que junto a otros dos sacerdotes más fue fusilado.

En otro momento de su homilía el papa decía estas palabras:

¡La sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos! (Tertuliano, Apol., 50,13: CCL 1,171). Esta expresión, acuñada durante las persecuciones de los primeros siglos, debe hoy llenar de esperanza vuestras iniciativas apostólicas y esfuerzos pastorales en la tarea, no siempre fácil, de la nueva evangelización. Contáis para ello con la ayuda inigualable de vuestros mártires. Acordaos de su valor, «fijaos en el desenlace de su vida e imitad su fe. Jesucristo es el mismo ayer y hoy y siempre» (Hb 13,7-8).

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