Grupo Misión

Publicado el 14 septiembre 2019 | por Arturo García

La experiencia misionera en Honduras

Un grupo de jóvenes de nuestra parroquia hemos tenido la oportunidad de participar este verano en una experiencia misionera en Honduras. En concreto, a lo largo del mes de agosto hemos colaborado en la capital de este país de Centroamérica, Tegucigalpa, en algunos de los muchos proyectos de la asociación ACOES, fundada por el sacerdote andaluz Patricio Larrosa y centrada especialmente en el acceso y el derecho a la educación como base para la construcción de un proyecto de vida.

 

Fue precisamente la propia experiencia de nuestro vicario, Jordi Cerdà, como voluntario en Honduras con ACOES hace unos años, lo que animó al Grupo Misión de la parroquia a asumir desde principio de curso el compromiso de promover en nuestra comunidad la participación sobre el terreno de jóvenes de la Asunción. Así, a lo largo del curso pasado tuvieron lugar encuentros y reuniones de todo tipo como preparación para la experiencia misionera.

 

Honduras es uno de los siete países que forman Centroamérica, entre los océanos Atlántico y Pacífico, y es puente entre el norte y el sur del continente. Está considerado uno de los países más peligrosos del mundo por sus altos niveles de criminalidad. En Tegucigalpa, las maras -pandillas mafiosas- ejercen su poder callejero con la violencia y son, a menudo, la opción escogida por los jóvenes ante un sistema educativo incapaz de dar respuesta a una sociedad marcada por la violencia, la corrupción y la falta de oportunidades. La escuela es gratuita pero en en realidad su acceso está limitado. Los uniformes y los materiales son obligatorios y no todas las familias pueden asumir estos costes, lo que en la práctica limita el acceso a un derecho básico.

 

Así se explica el papel de ACOES, que ha levantado escuelas para niñas y niños sin recursos y que gestiona, entre otras iniciativas, programas de becas y apadrinamientos de estudiantes para que niños y jóvenes puedan estudiar. Así se comprende también su lema “Aprendiendo a compartir”. Los jóvenes hondureños son la principal fuerza de ACOES. Ellos son quienes, mientras cursan sus estudios, colaboran en algún proyecto de la asociación. Muchos jóvenes de comunidades indígenas viven en las conocidas como casas “Populorum” mientras cursan sus estudios de bachillerato o universitarios y ayudan a otros niños y jóvenes. Ellos mismos se vuelcan para que las estancias de los voluntarios extranjeros sea agradable y provechosa.

 

Precisamente una de esas casa “Populorum”, la San Fermín en la colonia Monterrey de Tegucigalpa, fue nuestro destino. Allá nos recibieron las jóvenes que en ella viven. Allá convivimos y compartimos, además, con otros voluntarios de otras partes de España. Y allá comenzó nuestra experiencia misionera.

 

Las escuelas de la Virgen de Suyapa, Santa Clara y Santa Teresa fueron nuestros primeros contactos con la realidad de una educación marcada por unas circunstancias particulares. Los ambientes no son siempre los más idóneos para una buena formación. Algunos alumnos caminan varias horas para ir a la escuela. Otros tienen que colaborar en los trabajos de la familia -en el campo o en la venta callejera- antes y después de ir al colegio. Otros viven en contextos familiares marcados por la violencia. Para algunos las comidas de la escuela son prácticamente las únicas que harán en el día.

 

Nos llamó la atención la “formación” matinal, una bienvenida en el patio a todas las niñas y niños con la oración, el canto y algunos avisos para tener en cuenta en esa jornada. Durante unos días, colaboramos con los profesores en tareas de refuerzo con los escolares con más dificultades en algunas materias. Insistiendo en el ideal de compartir, grupos de madres colaboran en la elaboración de las comidas y, junto a alumnos más mayores, también en la limpieza y el aseo de las instalaciones.

 

Además, en estas escuelas pudimos conocer de primera mano el resultado de “Barrios orquestados”, una iniciativa pedagógica basada en la música para facilitar el acceso a la cultura a todas las capas de la sociedad; los espacios psicopedagógicos, que trabajan con niñas y niños discapacitados y con dificultades de aprendizaje; y el trabajo de Auxi, una hondureña que estudia en Granada y que coordina un proyecto de formación y desarrollo desde la expresión artística.

 

ACOES desarrolla en Honduras “Maestro en casa”, una iniciativa para facilitar el acceso a los estudios a jóvenes con escasos recursos que viven en comunidades alejadas, que hacen imposible el acceso a las escuelas. “Maestro en casa” nos llevó hasta La Cidra, en el departamento El Paraíso. En pleno bosque tropical, con el acceso al agua y a la electricidad muy limitados y con escasa comunicación telefónica, un grupo de jóvenes de entre 12 y 17 años intenta seguir sus estudios con la ayuda de profesores y voluntarios.

 

Durante unos días, fuimos nosotros sus maestros de ciencias naturales, ciencias sociales, inglés, matemáticas, tecnología y educación física. Ellos y Francisco, un padre de familia obsesionado -en el mejor de los sentidos- en que estos jóvenes sigan sus estudios, nos contagiaron su espíritu luchador, su empeño por construirse un futuro con nuevas oportunidades y su amor por sus raíces, su cultura y su forma de ser. Tanto es así que, si Dios quiere, la relación entre La Cidra y nuestra parroquia, no habrá hecho más que comenzar. Los jóvenes no quieren solo seguir sus estudios, quieren seguir sus estudios para que su comunidad mejore.

 

Protagonistas de su futuro

Nuestro testimonio podría ocupar cientos de líneas comenzando por las propias vivencias, los recuerdos, los agradecimientos y las pequeñas anécdotas que, a menudo, tejen las grandes experiencias. Pero si se trata de subrayar algún aspecto, este es la constatación, tras unas semanas de experiencia misionera en Honduras, de que los niños y jóvenes de aquel país quieren ser y en ello se empeñan protagonistas de su futuro. Hemos visto en sus rostros y hemos oído de su boca su deseo de, desde la educación, lograr el cambio radical de la sociedad en la que viven, desde el respeto máximo a sus orígenes, su idiosincrasia y su forma de ser y de vivir. Vienen a España a formarse para volver y compartir sus conocimientos con sus compañeros y que otros puedan iniciar la construcción de su proyecto de vida. Quieren seguir estudiando, no para su gloria personal sino para ser agentes del cambio en sus comunidades.

 

 

CompartirShare on FacebookTweet about this on TwitterShare on Google+Email this to someone



Los comentarios están cerrados

Subir arriba ↑

Este sitio web utiliza cookies propias y de terceros para mejorar nuestros servicios y optimizar su navegación. Si continúa navegando, consideramos que acepta nuestra    política de cookies.
Privacidad